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Racismo y poder en tiempos de confinamiento.
"lo que desde los medios se hace es afianzar una mirada beligerante que profundiza más la conflictividad social en Bolivia"
La distinción entre juzgar y comprender puede ser vista como la diferencia entre lo que es construir o anquilosar algo. Esto significa, desde el ámbito de la política, una disputa entre lo que es, por un lado, leer la realidad para transformarla y, por el otro, “hacer todo para que nada cambie”. Juzgar tiene, como condición, encarnar una relación de poder. Implica imponer la voluntad (y los supuestos) de uno sobre el otro, el cual es visto como cosa (como objeto). Comprender significa no presuponer (no juzgar) y atreverse a conocer al otro (relación real de igualdad con alguien visto como equivalente).
Una pregunta básica es; ¿a quién (o a quienes) juzgamos cotidianamente?, es decir, ¿ante quienes nos mostramos desde esas relaciones de poder? Un vistazo a los medios de comunicación permite hacer una caracterización de lo indignante del tipo de relación que tienen, con específicos sectores de la población, pues no es con todos sino con quienes “pueden sentirse más”, por ejemplo, las y los pobladores de la ciudad de El Alto y lo que simbólicamente representan. En los medios nadie se pregunta o pretende indagar (es decir, no pretenden conocer) cuestiones -en estos tiempos de crisis sanitaria- como; ¿de qué manera operan las ferias en esta ciudad?, ¿qué tipo de estrategias se van construyendo para encarar la crisis por la pandemia?, ¿cómo opera la memoria al momento de construir estas estrategias?, lo cual se traduce en cosas operativas como ser; ¿cómo traen los productores los alimentos?, ¿qué tipo de dificultades tienen para traer los productos? Éstas son preguntas que, para los medios, no tienen ningún sentido al momento de hablar de la gente de sectores sociales populares que, simplemente, son juzgados desde lo que se constata de manera absolutamente superficial; “el incumplimiento del confinamiento”.
Nada esto se hace importante para quienes se limitan a juzgar. Cosa que hace gráfico lo que desde estos medios se “piensa” acerca de la gente de estos sectores, en otras palabras, eso hace gráfico qué gente es la que “piensa” desde esos medios y para qué sectores de la sociedad se “piensa” desde los mismos. Esto no ayuda a lograr puentes de entendimiento en una sociedad que se encuentra ya fracturada y polarizada de manera muy evidente desde la pasada gestión. En realidad, lo que desde los medios se hace es afianzar una mirada beligerante que profundiza más la conflictividad social en Bolivia. Si se fuera estricto en el cumplimiento de las normas acerca del racismo y discriminación se debería leer lo que hacen como verdadera muestra de actitudes tipificadas que exigirían la sanción de “opinadores” y medios, sin embargo, su relativo éxito se encuentra en mostrar y mostrase como sujetos sin “ninguna doble intensión”. Un manto de "legitimidad" encubre actitudes realmente peligrosas que alimentan y reafirman prejuicios ya asentados. Tratar como idiotas (ignorantes) a la gente de los sectores populares puede ser tipificado como un elemento más de la guerra de posiciones donde la clase política necesita de argumentos que legitimen decisiones sobre esta población (que no comulga con un gobierno que no tiene legitimidad alguna). Es decir, hay una relación entre el actuar político del gobierno y la imagen de los sujetos sociales que se va construyendo desde los medios. De ahí la importancia de esa actitud “sobradora”, racista e indignante que debe ser denunciada, pero también comprendida, como muestra de la altura real de sujetos que no se animan a indagar ni conocer a la gente de la que hablan. En general, esa es la altura de nuestros “periodistas”.
Autor Anónimo
Destiempos publica la presente columna de opinión respetando que el autor no quiere hacer público su nombre por los momentos de persecución política y violación a los derechos humanos que se vive en Bolivia.